Columna política y escritos varios/música

3.07.2006

La banda más popular del mundo

O por qué no fui al concierto de U2

Alicia Bello Basilio

Sin demeritar la calidad musical de la mejor banda que Irlanda pudo dar, U2 se ha convertido en tal vez en el producto más grande que la mercadotecnia moderna jamás soñó. En aquel momento nadie lo imaginaba, pero el Pop Mart Tour resultó ser la profecía que presagiaba el futuro del cuarteto dublinense.
Atrás quedaron los tiempos en los que Bono realmente se preocupaba por las causas y los problemas sociales de su natal y covulsionada Irlanda, como reflejaba perfectamente el coraje de la inconforme “Sunday Bloody Sunday”, o cuando One pretendía promover la igualdad y la justicia y no era percibida como una baladita romántica que hoy los matrimonios jóvenes hasta escogen como la canción de su boda. Más lejos aún quedaron los álbumes legendarios como Rattle and Hum en el que pusieron de manifiesto los alcances de una calidad musical que muchos pensamos persistiría para convertirlos en una banda de culto y no de consumo. A pesar de que ningún album superó la impecable interpretación de Rattle an Hum, Achtung Baby se convirtió en uno de los mejores discos de los noventas y de la historia a pesar del surgimiento del repentino y noqueante alternativo.
En fin, U2 hasta ese momento tal vez se había convertido en una de las bandas más importantes, por su evolución musical y sus contenidos líricos serios con todo y que Bono, con un gran carisma pero una voz nada extraordinaria, sólo logró acoplarse a la indiscutible virtuosidad de The Edge y a la mediana interpretación de Adam Clayton y Larry Mullen Jr.
En un intento por renovarse para mantenerse vigentes y al ver que el tiempo no pasaba en balde, Bono y compañía decidieron virar radicalmente su estilo para convertirlo en parte del pop comercial, ese que a como dé lugar vende. Tal vez por el gran éxito que obtuvieron, los irlandeses acostumbrados a la buena vida derivada de su fama, invirtieron en la fórmula universalmente probada de las canciones sencillas, pegajosas y vacías que tienen el mercado asegurado.
Bajo este esquema vieron la luz Zooropa, Pop y así se mantuvieron hasta All that You can Leave Behind. Con su más reciente obra, How to Dismantle an Atomic Bomb, U2 no ha podido (o no ha querido) regresar a la música de calidad que en sus inicios prometía convertirlos en una de las mejores bandas de la historia.
A mediados de la primera década del nuevo milenio, cuando U2 es más famoso que nunca, sus seguidores originales, esos que en algún momento al final de los años ochenta reverenciaron al grupo y se atrevieron a señalar que estaba al nivel de otros grupos míticos como The Police, o algunos más antiguos como The Who y Led Zeppelin, prácticamente le han dado la espalda a casi todas las nuevas grabaciones de la banda irlandesa. Y es que no sólo su música ha empezado a dejar mucho que desear, también su actitud, particularmente la de un Bono espontaneamente convertido en supuesto líder cuando todos saben que el cerebro musical es The Egde. Aunque la inquietud de Bono siempre pareció inclinada a las causas sociales, hoy más bien ha resultado que Paul Hewn quiere ser un político musical y por eso no hace bien ni una cosa ni la otra. Al estilo de los políticos de hoy, el vocalista de U2 gasta una buena cantidad de dinero en asesores de imagen y publicistas para que le construyan el perfil del benefactor que el mundo estaba esperando. Tal vez por no ser tan agraciado físicamente o porque ni él puede verse al espejo, esos grandes lentes demuestran la incoherencia entre sus acciones y sus pensamientos, pues nunca se le puede mirar directamente a los ojos, quizá porque sabe que sus causas no son tan altruistas como predica, sino para alimentar su ego.
Hewn se ha dedicado a entrevistarse con todos los personajes con quienes tiene oportunidad. Convive por igual con la gente pobre de África, con los enfermos de SIDA, los líderes políticos y sociales, las autoridades religiosas de todos los credos y hasta con artistas locales que hicieron una película en su honor, lo que refleja que no tiene una ideología propia y mucho menos una causa específica que defender, sino que más bien quiere fotos en todas las partes del mundo, como si tratara de convertirse en el personaje más famoso de todos los tiempos.
Dentro de sus obras “benéficas” está el lanzamiento de la marca de ropa y accesorios “Red”, junto a las prestigiosas Gap, American Express, Armani y Converse con el fin de recaudar fondos para los en favor de África y de los afectados por el SIDA, la tuberculosis y la malaria, en la que incluye su persona como el nombre de cualquier otra marca, para una vez más, comercializar su imagen.
En México Bono tiene su historia. Un caso particular fue en el pasado Teletón mexicano en el que hizo un enlace con Televisa para dirigir un mensaje para que sus seguidores en México aportaran a la causa cuando él mismo no donó ni un centavo, aquí una vez más, demostrando su protagonismo.
En el caso de las Muertas de Juárez, también tuvo su aparición, aunque fue invitado a participar en el concierto que organizaron Organizaciones No Gubernamentales con varios grupos mexicanos e internacionales en el Zócalo capitalino, el grupo no asistió pero sí envió un video para “concientizar” al pueblo mexicano que se transmitió durante el evento.
No hay espacio suficiente para enlistar todas las participaciones de Bono en causas sociales, pero lo que sí se puede concluir es que gracias a su vasta agenda política, el grupo ha dejado de hacer lo que una banda debe hacer bien: música.


*Publicado en el suplemento Recreo del diario Rumbo de México el domingo 5 de marzo de 2006