GDF contra 105.7
La posición de las autoridades antes las inquietudes de los jóvenes provocan la desconfianza.
Alicia Bello Basilio
La participación ciudadana de los jóvenes se ha convertido, en teoría, en un tema obligado para los candidatos. Sin embargo son pocas las estrategias realistas que los políticos profesionales enfocan objetivamente a ese sector. Por el contrario, a pesar de que representan una importantísima cantidad de votos, de que en millones de casos después de los 18 años además de votar también trabajan y pagan impuestos, en las decisiones y en las agendas de los hombres del poder, la juventud como tal simplemente no se toma en cuenta.
Uno de los ejemplos más cercanos a las nuevas generaciones pasa por el cuadrante radiofónico. Se trata de la frecuencia 105.7 de FM, que actualmente alberga a una de las estaciones de radio que mayor identificación con los jóvenes ha logrado en el último año, pero que se encuentra en peligro de desaparecer porque el GDF asegura tener derechos sobre la concesión que en la actualidad opera el Instituto Mexicano de la Radio.
La estación de música juvenil que por ahora forma parte del Imer se encuentra en disputa debido a que desde 1967, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes otrogó la concesión para explotar la frecuencia al entonces Departamento del Distrito Federal (DDF), por lo que ahora, Alejandro Encinas Rodríguez, actual jefe de Gobierno del Distrito Federal, reclama al instituto que esta se devuelva para convertirla en una estación pública al servicio de las autoridades capitalinas.
El Imer tiene rentada la frecuencia a un grupo de particulares, quienes con lo que quedó de "Radioactivo 98.5", decidieron lanzar el proyecto “Reactor 105”. Ahí colaboran Julio Martínez, “El Sopitas”, y Raúl David Vázquez (Rulo), entre otros locutores que hicieron historia en la desaparecida frecuencia, bajo la gerencia de Marcelo Lara.
Además de la preferencia de los jóvenes por la programación de Reactor, la estación se ha caracterizado por dar voz a las propuestas e ideas de los radioescuchas y los ha involucrado en los asuntos de interés nacional.
El caso más reciente se escucho con su postura en contra de la aprobación de la reforma a la Ley de Radio y Televisión, cuando al igual que otras estaciones del Imer, Reactor manifestó su protesta transmitiendo la misma canción durante un día completo, y alternándola únicamente con spots que externaban los argumentos por los que rechazaban la nueva ley. Esta acción no sólo fue la que más ruido hizo porque involucraba a frecuencias dela radio llamada pública, también porque fue la que más llegó al sector juvenil de la ciudad de México, hasta entonces distanciado de un problema de carácter y repercusiones nacionales, pero que parecía más bien un conflicto de intereses económicos sólo accesible a especialistas.
A partir de las reacciones que generó no tanto la polémica ley sino la sui géneris protesta de Reactor, diputados y senadores se desencadenaron una serie de acusaciones sobre presuntas irregularidades con las que operan algunas concesiones y los pleitos que surgen por la pertenencia de éstas.
Lo que más suspicacias ha despertado la pretensión del Gobierno del DF es que la frecuencia del 105.7 ha albergado a varias estaciones. Primero como “Stereo Joven”, después como “Órbita” y ahora como “Reactor” sin que en mucho tiempo se presentara ningún intento por “recuperar” la frecuencia.
Según Alfredo Jaime, titular de la Unidad Jurídica del Imer, las intenciones del GDF no son viables, ya que en 1983 la frecuencia dejó de pertenecer al DDF y a pesar de que Encinas asegura es propiedad del GDF pues forma parte de los inventarios adquiridos al convertirse éste en Jefatura de Gobierno en 1997, la Secretaría de Educación Pública otorgó la cesión de derechos sobre la concesión cuando fue creado el Imer.
La eventual supresión de la señal de Reactor implicaría desparecer la única estación con una programación musical de rock contemporaneo, justo lo que la gran mayoría de los jóvenes quieren escuchar, además de la transmisión de programas de interés general, información sobre actividades culturales alternativas e incluso con espacios para adolescentes sobre salud sexual y reproductiva, entre otros temas.
Este y otros casos parecidos, en vez de generar confianza en las autoridades son los que provocan que la gente joven tenga una imagen negativa de la política y los políticos, que le dan tan poca importancia a la agenda de los nuevos votantes, que ni siquiera se molestan en preservar una frecuencia juvenil, si consideran que con ese espacio radiofónico pueden propaganda a través de mensajes que a nadie le interesan, noticieros carentes de credibilidad, o entrevistas y mesas redondas preparadas a modo para que los funcionarios puedan lucirse ante conductores complacientes.
*Publicado en el suplemento RECREO de Rumbo de México el 9 de abril de 2006
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