Columna política y escritos varios/música

9.08.2005

Lo que Andrés Manuel abandonó

Quizá sea difícil de creer, pero lo que hace ya casi una década fue hecho a un lado por el hombre que pretende gobernar México, Andrés Manuel López Obrador en Tabasco, hoy ha sido retomado por sus adversarios políticos, esos a los que el peje decía combatir cuando encabezaba la protesta ciudadana en tierras tropicales.

Con la formalización del Pacto Campesino Indígena, la priísta, Lorena Beauregard, ex diputada federal, decidió hace tiempo regresar sobre los pasos de la gestión social que antes hacía su partido pero que con la llegada de la corriente globalizadota abandonó a favor de los dirigentes opositores que se catapultaron desde esas plataformas.

Para nadie es un secreto que PEMEX, la principal generadora de riqueza del país, es al mismo tiempo la más importante fuente de contaminación diversas clases. Y como el desarrollo generalmente no es verdaderamente equitativo ni en el primer mundo, el territorio de Tabasco es, al mismo tiempo que uno de los principales productores de petróleo crudo, el receptor más directo e identificado de la contaminación de suelo, ríos, lagunas, además de la salinización de aproximadamente 100 mil hectáreas que alguna vez fueron de pastizales y ahora han quedado completamente inservibles.

El antecedente del Pacto Campesino Indígena de 2005 es el Pacto Rivereño de 1995, impulsado por pescadores y ejidatarios. Con ese primer intento de organización se buscaba un mecanismo más eficiente para ponerle presión a PEMEX y con ello lograr que la empresa no sólo reconociera los daños que su operación provoca en el ecosistema tabasqueño, sino que accediera a instalar una mesa denegociación para discutir fórmulas de indemnización a favor de las comunidades y sus pobladores que resultaban afectados con la contaminación.

En aquellos primeros movimientos, un líder originario de Macuspana y de trayectoria regularmente conocida, pues había llegado a ser dirigente estatal del PRI en tiempo de Enrique González Pedrero, se hizo notar y colocó el asunto en los primeros planos del debate nacional porque decidió recurrir a la toma violenta de pozos petroleros y al bloqueo de carreteras para hacerse escuchar.

Su nombre: Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, a pesar de toda la belicosidad que se le conoció a su principal promotor, el Pacto Rivereño se quedó en el limbo porque Andrés Manuel abandonó el estado. Se trasladó al Distrito Federal para convertirse primero en dirigente nacional del PRD y después en Jefe de Gobierno del DF.

Hoy, a una década de aquellos primeros movimientos de protesta, el problema no sólo subsiste sino que se ha agudizado por la obsolescencia de las instalaciones de la paraestatal y los constantes accidentes que en estas se registran. Los políticos parecieron olvidar el asunto todo este tiempo, pero finalmente, de donde menos se esperaba, de una militante priísta, surgió no sólo el interés sino la decisión de relanzar la organización.

Los esfuerzos de Lorena Beauregard fructificaron y tomaron forma el 27 de agosto pasado, cuando los representantes de una importante cantidad de campesinos tabasqueños de 12 municipios afectados directa o indirectamente por las actividades de PEMEX, se reunieron en el poblado C-17, del municipio de Cárdenas, para formalizar el Pacto Campesino Indígena, que tiene por finalidad principal exigir la restauración del aire, la tierra y el agua de la entidad, afectadas por la actividad petrolera; algo muy diferente al despropósito que significa promover, incluso por la fuerza, la suspensión de las actividades de PEMEX en Tabasco.